mayo 8, 2024

Reymi Ferreira y Gustavo Pedraza analizan la crisis por la que atraviesa el partido del gobernador Luis Fernando Camacho.

POR PABLO DEHEZA

Fuente: La Razón

El Punto sobre la i

La pugna interna en Creemos, la organización política del gobernador cruceño, Luis Fernando Camacho, cobró una intensidad mayor esta última semana, tras conocerse que el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) dispuso que el vicegobernador, Mario Aguilera, asuma la titularidad del ente departamental en suplencia de la autoridad detenida en Chonchocoro. La rencilla hoy rebasa el ámbito partidario y manda ondas de choque que impactan mucho más allá.

Hubo un tiempo en que la hegemonía de la dirigencia cruceña tradicional se sustentaba en la unidad férrea entre diversos grupos e instituciones. Principalmente, el Comité Pro Santa Cruz, los gremios empresariales, los colegios profesionales, la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, las comparas y fraternidades, además de los actores de la política partidaria afines a esta línea. Esto se manifestó con claridad durante el proceso constituyente, entre 2006 y 2009.

El paro de los 36 días entre octubre y noviembre de 2022 fue un parteaguas en la política cruceña. Luego de la movilización las cosas no volvieron a ser lo mismo. El empresariado marcó distancia, la orientación del Comité Pro Santa Cruz (CPSC) cambió y en Creemos las fisuras derivaron en rompimiento; más aún luego de consumada la aprehensión y posterior detención de Luis Fernando Camacho en el penal de Chonchocoro.

Para un mayor entendimiento de lo que está pasando en Santa Cruz, conversamos con dos estudiosos de la realidad departamental. Reymi Ferreira es abogado, exrector de la UAGRM y exministro de Defensa. Gustavo Pedraza es abogado, exministro de Desarrollo sostenible y Planificación, excandidato a la vicepresidencia por Comunidad Ciudadana. Ambos cuentan con una amplia producción intelectual sobre la cuestión cruceña.

Conflicto. Lo primero a considerar es la naturaleza de la disputa. Al respecto, Pedraza afirma que en Santa Cruz “se han roto los equilibrios y los pactos prácticamente no han perdurado.

La salida de Rubén Costas y de Percy Fernández y luego el ingreso a la política regional de Camacho básicamente cortan un ciclo donde había equilibrio de poder entre los distintos grupos a nivel departamental. Había un equilibrio entre el municipio de la capital, en la Gobernación y eso subsistió casi durante 15 años”.

Prosigue señalando que “Camacho intentó hegemonizar, es decir, controlar el campo político en todo el departamento”. Explica que la contrapartida al ascenso de Creemos fue la desactivación del Movimiento Demócrata Social, el partido de Rubén Costas. Luego Camacho hizo una alianza con Angélica Sosa, a través de la cual intentó controlar el municipio de Santa Cruz de la Sierra, pero eso tampoco funcionó.

En criterio de Pedraza, el gobernador cruceño “tiene la intención del control absoluto del poder”, lo que genera “esta discrepancia o falta de confianza con el vicegobernador, Mario Aguilera. Muestra que el estilo de Camacho no es compartir el poder. O sea, no cede, él controla. Y eso es lo que le abre la puerta al masismo para que ingrese a definir este tema, esta disputa interna, con el decreto departamental 373, de marzo de 2022, donde el gobernador le delega a su secretario la gestión y no al vicegobernador, como dice el Estatuto Autonómico. Este hecho gatilla todo este proceso que ahora se expresa en su dimensión total”.

Por su parte, Ferreira sostiene que en Creemos hay “un conflicto político, que tiene su raíz en las diferencias entre el grupo de Rubén Costas y el grupo de Luis Fernando Camacho. No nos olvidemos que Camacho incorporó en su fórmula algunos elementos de Rubén Costas, del Movimiento Demócrata Social, que no presentó candidatura a la Gobernación. Entonces, hay diferencias notorias entre las posiciones de unos y otros. Dada la ruptura, luego de las elecciones, queda claro que Aguilera no es parte del núcleo de Camacho y es más parte del núcleo de Costas”.

“También, de alguna forma, Aguilera tiene una posición que se acerca más a la institucionalidad económica cruceña, como la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) o la Cámara de Industria y Comercio (Cainco), que no están con las posiciones violentas de Camacho, fascistas. Hay una derecha conservadora, pero que no es la derecha fascista y violenta que representa Camacho; la de la patada, del golpe, la agresión y la intolerancia. Ahí se va agrietando la diferencia, que también es representada por Aguilera. Él representa de alguna forma una posición más racional, menos hormonal, que es la de Camacho”, dice Ferreira.

“Incluso se ve en esa posición también en el CPSC, que se ha acercado más a esa línea de la derecha económica con del actual presidente cívico, Fernando Larach. Pienso que esa es la pugna que hay, en última instancia, entre la derecha democrática, o por lo menos no violenta, y la otra derecha fascista, que es la que representa Camacho”, indica el exrector.

Ahora bien, sobre el fondo jurídico respecto a la suplencia temporal de Camacho, Ferreira afirma que “no tiene sustento argumentar que no se va a acatar el fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional porque una ley departamental que dice otra cosa. El Estatuto Autonómico está por arriba de una ley departamental y eso no tiene discusión alguna. Un alumno de primera semana de derecho lo sabe. El estatuto, constitucionalmente aprobado, habla con mucha claridad de que, en ausencia del gobernador o cuando esté imposibilitado, lo va a reemplazar temporalmente el vicegobernador y no habla de destitución, como de forma demagógica y mañosa está queriendo hacer ver la derecha”.

Creemos. La estructura partidaria de Camacho, que ya venía con tropiezos, está siendo tensionada aún más por la disputa. “Creemos ya tiene varias divisiones. La primera fue cuando Unión Cívica Solidaridad (UCS), que es la que le dio la sigla, deja la alianza. Eso le hace perder a algunos diputados y senadores. Después hay una segunda escisión y queda el núcleo duro, que es la que se está dando con la gente de Costas, en la que está Aguilera. Ahora hay una pelea burocrática, porque el control de la Gobernación implica el control de los subgobernadores, el manejo administrativo y económico de la institucionalidad”, afirma Ferreira.

Desde la perspectiva de Pedraza, “Creemos implosiona desde el momento que le toca hacer gestión del poder, tanto en el nivel nacional, en la Asamblea Legislativa Plurinacional, como en el nivel departamental, en la Gobernación. Esta implosión es una demostración también de la fragilidad de la organización en que se asienta en el liderazgo de Camacho, que no tiene una estructura que le permita fortalecerse y acaba dividiéndose”.

Santa Cruz. Esta semana, el presidente de la Asamblea Legislativa Departamental, Zvonko Matkovic, hizo público su malestar respecto al CPSC, algo impensado, un anatema en otros tiempos. Esta situación ahonda la fisura al interior de la clase dirigente tradicional cruceña. “Había un bloque sólido antes, cuando en la Alcaldía estaba Percy Fernández, aunque en realidad era Angélica Sosa, con la Gobernación y el CPSC. Estos tres grupos organizaban los cabildos y todo lo que se vino haciendo contra el Gobierno nacional desde 2005, 2006, hacia adelante. Eso ya no va más. Hay una alcaldía que está en otra posición, la Gobernación por otro lado y los cívicos con una posición diferente también. Se ha roto ese bloque unido”, señala Ferreira.

Observa Pedraza que “no hay un proyecto político a nivel departamental, no hay visión estratégica. No ha sido constituido un instrumento político con una visión de conducción estratégica, ni en el campo departamental ni en el municipal, desde la ciudad capital. Muestra que ha habido improvisación y que, una vez agotado el ciclo del equilibrio, básicamente se ha ingresado a un ciclo caótico, donde el liderazgo de Camacho es potente en el campo de la movilización, de la protesta, de la resistencia, pero no en el campo de la construcción. Es débil en la gestión institucional, en la gerencia pública”.

“Hay un momento ahora de transición hacia un proyecto político que no está todavía plasmado, que no se lo conoce, pero hay disposición social para un proyecto político a nivel departamental que se integre al país, que tenga una visión nacional, que es lo que no ha sucedido con el proyecto del gobernador Camacho”, apunta el excandidato vicepresidencial.

Complementa indicando que “la disputa del poder local en la Gobernación, que es muy intensa, básicamente tiene rasgos de fanatismo y de autoritarismo preocupantes. Ese rasgo lo sentimos todos los días, en el lenguaje que se utiliza, tanto de una corriente como de la otra”.

Camacho. A partir de todo lo antes mencionado, cabe preguntarse sobre cómo queda el liderazgo de Camacho, el camachismo y los camachistas, después de todo lo que viene ocurriendo.

“Sin duda, la situación en la que está el gobernador es muy delicada. Es urgente, para su situación justamente, promover la unidad, como lo manifestó el 28 de diciembre pasado. Llamó a la unidad de la oposición, llamó a la sociedad que exija unidad a los actores políticos y me parece que él tiene que hacer eso al interior de su organización, como una demostración de que él realmente quiere eso. Si él no logra consolidar unidad en Creemos, en la gestión de la Gobernación, menos lo va a lograr a nivel nacional. La legitimidad de su propuesta va a ser visible cuando él logre recomponer la relación con su vicegobernador, con su estructura orgánica. Mientras no se recomponga, no se reconstruya esos niveles de confianza y de gestión conjunta en la gobernación, yo creo imposible que pueda promoverse la unidad desde su visión”, apunta Pedraza.

Continúa y asevera que “el gobernador sabe que él va a seguir preso mientras él MAS siga gobernando, porque él es un preso político. No está aquí en juego una ley o una norma jurídica, el MAS decidió meterlo preso por una decisión política. Por lo tanto, la única garantía de que pueda salir en libertad es que se le ganen las elecciones al MAS. En base a ese razonamiento, Camacho tiene q u e ser el primer interesado en que se promueva la unidad, en que no se debilite una estructura en Santa Cruz y una sociedad que ha salido a las calles, que ha defendido una democracia, que ha resistido. Si la pelea sigue con intensidad y no se resuelve de una manera dialogada, pactada, el gran perdedor va a ser el gobernador”.

Desde el punto de vista de Ferreira, “el capital político de Camacho consiste ahora en jugar el papel de la víctima y de seguir liderizando a los grupos radicales y violentos de Santa Cruz. Porque hay grupos muy violentos, hay gente con posiciones fascistas. Son los que estuvieron con Banzer, con García Meza. Los de siempre, los falangistas, y ese grupo es nomás importante, especialmente en la clase media. No sólo en la empresarial, pero en la clase media y en los sectores populares para los que tiene su discurso; un discurso etnocentrista. Va a querer seguir entrepelando, bajo la figura de que otros son traidores, masistas, y otras cosas, inapropiadas para alguien que pretenda ser democrático”.

“El techo electoral de Camacho es del 14% a nivel nacional y a nivel departamental sacó mucho menos que Rubén Costas en la elección como gobernador. La diferencia con el candidato del MAS fue apenas de 10 puntos. Pero, además, hay muchos otros sectores que se han desmarcado, que ya no están con él, que yo creo que tienen ya su propia alternativa y no van a perder su propio capital político por seguir al camachismo. Eso es lo que más les debe preocupar, que sólo les queda dos años y poco para usufructuar de la Gobernación, ¿y qué van a hacer después? Yo no le veo mucho futuro al camachismo. Veo que está en un callejón sin salida”, concluye Ferreira.

(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político

Fuente: La Razón